martes, 27 de julio de 2010

Uniformes: ¿negando la moda?

La definición más popular del uniforme es: “un conjunto estandarizado de ropa usado por miembros de una organización mientras participan en la actividad de ésta”. En sus formas más conocidas, nace en diferentes contextos y momentos como parte de una ideología o de la imagen que desea proyectar una institución. De esta forma podemos separar los uniformes en dos categorías: socialistas y capitalistas.

La ideología más difundida que tuvo como precepto el uso de uniformes fue el comunismo. En los países regidos por esta forma de pensar los uniformes reflejaban (además del valor de pertenencia a un estilo de vida colectivo) valores de duración, protección y practicidad, borrando todos los vestigios de la moda, la diferenciación propuesta por ésta y su constante renovación de tendencias. Es decir, según Radu Stern (Against fashion: Clothing as Art-1850-1930) el vestido debía satisfacer la necesidad básica de “estandarizar el cuerpo social usando un modelo de vestimenta único” y “como se creía que afectaba el comportamiento del que se la ponía, se esperaba que reforzara la cohesión social de la hermandad comunista”.
La corriente productivista que influenciaba aquella época y cuyo principal representante fue Tatlin, era antimoda. El vestido tenía un objetivo práctico: ser fácil de lavar, cómodo y de larga duración y no debía reflejar la diferencia entre géneros o clases sociales ni tampoco los gustos personales. “El guardarropa del comunista futuro debía estar determinado por la utilidad”. “…el color nunca se escogía por sus poderes expresivos sino por su capacidad para esconder la suciedad". "Como los criterios de diseño eran solamente práctico, económico, o higiénico, se suponía que cualquier elemento arbitrario se excluía del proceso creativo, el cual se había vuelto totalmente objetivo”. 
La capacidad de expresión y de mostrar la individualidad por lo tanto estaba limitada a las variaciones individuales involuntarias debido la forma de usar el uniforme y a la tipología corporal. Es decir, “se alteraba” solo lo superficial mientras que la estructura de la vestimenta quedaba inalterada.

Pero en la realidad los uniformes comunistas nunca pudieron acallar los deseos de lucirse y diferenciarse porque “el proletariado urbano y el campesinado aspiraban a copiar la moda parisina”. Así quedó demostrado que la represión ideológica y la vestimenta impuesta tuvieron el efecto contrario.

Por otra parte un tipo diferente de uniforme pertenece a las sociedades capitalistas. La uniformización de clases sociales originada en corrientes utópicas como el socialismo se ve replicada en pequeña escala en colegios, empresas, aerolíneas, clubes deportivos, etc. En este caso los uniformes reflejan la imagen institucional y no responden necesariamente a una ideología, pero de igual forma sirven para identificar grupos determinados. Si bien, en general el uniforme niega la moda en cuanto variación constante, no se pueden dejar de lado ciertas influencias de las actuales tendencias: materiales usados, cortes, largos de prendas, accesorios y calzado que aportan al uniforme una sensación de no ser totalmente atemporal.

Como ejemplo tenemos los uniformes de las azafatas o de los futbolistas que han ido variando a lo largo del tiempo y ahora están incorporando lo último de la moda y tecnología en cuanto a telas, diseños y accesorios.
Así en ambos casos, el comunista y el capitalista, la moda tuvo de una u otra forma un papel decisivo. Durante el comunismo ruso la oposición entre la negación de la moda y la admiración por las nuevas tendencias occidentales terminó por derrumbar los ideales comunistas en cuanto al vestido y a un espíritu comunitario. En el caso del capitalismo, al no ser sustentados por una ideología dominante, los uniformes reciben fácilmente la influencia de la moda y pueden llegar al extremo de ser descontextualizados, masificados y banalizados como sucede con las editoriales de las principales revistas de moda. Éste es el caso de la revista Elle de Rusia (paradójicamente país de origen del comunismo) que propone una nueva tendencia inspirada en el uniforme militar.

Para finalizar voy a presentar un esbozo de los pros y los contras de los uniformes para que saquen sus propias conclusiones.
A favor de los uniformes porque:
-reducen la vorágine y la competencia consumista.
-disminuyen la presión por tener lo que el otro tiene y por lucirse ante los demás mostrando las últimas novedades de la moda.
-hay una economía de tiempo (las prendas estándar ya están combinadas de una forma determinada) y de dinero.

En contra de los uniformes porque:
-reducen o hasta anulan la libre elección, la libertad de expresión y la individualidad.
-restringen las posibles variaciones e innovaciones individuales: éstas se limitan a los accesorios y a la forma de usar el uniforme, según la tipología corporal.